domingo, 1 de agosto de 2010

escudos



Siempre me sentí seguro detrás de los anteojos de sol. Son un resguardo, un escudo. A veces las cosas que más me cuestan decir las puedo liberar con un par de lentes puestos. Por otro lado, personalmente, creo que son una extensión de la imágen personal. Son parte de la vestimenta, son clave en mí, no puedo salir de mí casa sin mis anteojos oscuros. Detrás de ellos muestro otra persona. Es mí antifaz. Mi máscara veneciana más contemporánea y permitida.

El poder que irradian estos objetos, es para mí, sublime. No encuentro mejor escudo personal que ellos. Son un signo de firmeza, de seguridad. Usarlos me hace sentir seguro. Detrás de ellos, en la mirada, se esconden las verdades más genuinas. A través de los ojos se puede ver el alma (dicen)... Yo no sé si es así, pero es verdad que las miradas hablan más que cien palabras. He llegado a conocer a más de una persona por su forma de mirar; desde bajarme la vista o simplemente por perderla a lo lejos en un rio, evadiendo la realidad varias personas me han contado mucho de sí mismas sin quizás darse cuenta.

Asi como yo, muchas veces, me protejo con ellos, creí conveniente que mis personajes se escuden usandolos. Usando al verano de pretexto agregué estos objetos como símbolos dentro de la obra.

Sé que como a mí ayudarán a decir muchas verdades...

Feliz con el montaje, a poco tiempo de terminar.

Juan M. Cervetto